Apague el primer cigarrillo de la mañana y apure el poco cafe que quedaba en la tasa. Sospechaba que esta iba a ser un mañana ardua, el caso del maletin ya me habia artado, y por fin empezaba a vislumbrar ciertas resuestas, aunque siempre habia dudas, siempre. Esa ampulosa mujer que ayer habia entrado a mi oficina, con un saco de piel y sin pedir permiso, habia hablado lo suficiente como para que mi mente empezara a desenvolver ese gran ovillo, pero algo no terminaba de cerrar en esta historia, estaba seguro que la cincuentona no habia contado toda la verdad. La mañana aparecia fresca y el olor nauseabundo de la ciudad ya se metia en mis fosas nasales, pare un taxi y le indique una direccion, el taxista murmurando (la caracteristica que hay que tener para ser taxista) me dejo, por las dudas a media cuadra de donde le indique, no vaya a ser cosa de que yo me sintiera feliz esa mañana.
Doble por San Martin y camine unas cuadras, me estaba dirigiendo hacia la direccion que me habia dado la señora de ayer, por la altura era a una cuadra y la vereda estaba teñida por la sombra de un edifio gigante. En frente de ese edificio, estaba mi destino, 326 un buen numero para jugarlo, pense.
Los timbrazos no estimulaban a las voces de adentro (de quienes fueran) para abrir. Luego del tercer timbrazo, decidi poner a prueba las artes primeras, las que habia aprendido en la calle años atras. Funcionaron, con un leve clic la puerta se abrio. Un largo pasillo aparecia de golpe y en el fondo una luz fugaz iba y venia, camine decididamente hacia ella, a medida que me acercaba los murmullos eran mas claros, y para mi sorpresa, dejaron de ser murmullos para convertirse en algo asi como gemidos. Mi dia que habia empezado bastante comun, se tornaba bastante divertido ¿quien tendria las agallas de ofrecerle sus cariños en la cama a una dama que parecia salida directamente de un cuento de brujas? mas para saber eso, que por mis ansias de resolver el caso avance hacia la habitacion, el entorno era bastante, deprimente, paredes color pastel, manchadas por el tiempo, con cuadros antiguos y pinturas pasadas de moda, eran las principales caracteristicas. Al llegar al cuarta, cmoprobe que la puerta estaba entornada y no nesecite abrirla para ver loque alli dentro acontecia. Era la cincuentona, desnuda y boca abajo, lanzando unos gemidos casi animalescos, y arriba estaba el, semi desnudo e inconfudible, era un conjunto de todas las descripciones que me habian echo, casi como un identikit de tamaño natural, sus manos coincidian de lejos con las huellas, y sus cabellos enrulados eran los descriptos por todos, por si fuera poco el tatuaje en la espalda terminaba de confirmar mi sospecha. Sali de la casa como habia entrado, el sol de la mañana ya tiraba a fuerte y enfrente abria un locutorio. Hacia alli me dirijí, con unas llamadas mi dia estaria resuelto.